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" Ayúdame a hacerlo por mi mismo"

  • Foto del escritor: Angela Cortés Segura
    Angela Cortés Segura
  • 7 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

“Ayúdame a hacerlo por mí mismo” es una de las frases célebres de M. Montessori que da título a uno de sus libros; y debería ser, uno de los recordatorios más importantes que deberíamos tener los adultos que trabajamos o convivimos con niños/as.

“Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrolle.” — M. Montessori

En muchas ocasiones, los niños/as piden ayuda y, no se trata de dejarlos desamparados esperando una ayuda que no llega; se trata de ofrecerles la ayuda justa y necesaria para que sea útil y les sirva de aprendizaje para lo largo de su vida. No hablamos simplemente de acciones “complicadas” como abrochar una camisa o atar unos zapatos, los niños/as también necesitan aprender a ser autónomos para resolver situaciones conflictivas, decidir o defender un argumento. También eso se puede aprender y la práctica diaria les ayudará a desenvolverse en situaciones que se presentan cotidianamente en la vida de los adultos.

Pero, ¿cómo podemos fomentar la autonomía y ayudarlos sin que les estemos obstaculizando su desarrollo?


# 1 Deja que se equivoque

A menudo, tendemos a ayudar a los niños/as por miedo a que se equivoquen o simplemente no lo hagan de la manera en que nosotros/as lo haríamos. ¿Qué pasa si mi hijo/a se pone el zapato izquierdo en el pie derecho?, ¿y si se pone la camiseta al revés?, ¿y si combina el azul con el verde en lugar del vaquero con la camisa de cuadros que compramos de conjunto?, ¿y si al comerse el yogur se le cae y se ensucia la camiseta nueva?, ¿y si…?

Pues en la mayoría de los casos no pasa NADA. Al contrario, en todas estas situaciones el niño/a habrá aprendido la manera correcta de hacerlo. Los niño/as saben y quieren comerse el máximo yogur posible, así que, si se les cae en su camiseta o al suelo, intentaran corregir sus movimientos (poco a poco, hay que tener paciencia) para mejorar y comer cada día un poquito más de yogur.

Por lo tanto, dejemos que se equivoquen. Solo así aprenderán.


2 Ofrécele situaciones enriquecedoras

A lo largo del día se nos presentas infinidad de situaciones en que los niños/as pueden desarrollar su autonomía y su independencia. Pero, por si no las ves, te damos algunas pistas: deja que se vista solo/a, que coloque su armario y sus cajones para que sepa donde guarda cada cosa, que te ayuden a preparar la comida, que se asee solo/a (adaptando siempre el lavabo para que la autonomía sea real y no nos necesite para llegar a verse en el espejo), que colabore en las tareas domésticas, que tenga cuidado de sus juguetes…


# 3 Observa y analiza qué puede aprender

Cuando un niño/a te pide ayuda, antes de actuar observa y analiza qué es lo que le impide hacerlo por sí mismo. En muchas ocasiones un simple cambio en el mobiliario o un simple “empujoncito” puede hacer que sea capaz de realizar la tarea de manera autónoma.

Cuando identifiquemos qué es aquello que le impide ser independiente, es el momento de actuar con precaución para garantizar que lo pueda aprender en lugar de hacerlo nosotros/as. Debemos focalizarnos en una sola acción. Por ejemplo, si nos pide ayuda para comer fruta, podemos ofrecerle utensilios adaptados y centrarnos en que aprenda a cortarla, enfatizando en el orden de los movimientos para tener éxito. No podemos pretender que en un solo día nuestro hijo/a aprenda a cortar todas las frutas, se las coma sin ensuciar y, además, cuando acabe deje la mesa limpia.


# 4 Dale responsabilidades

Ofrece tareas que conlleven o se derive una responsabilidad. Para que comprueben en primera persona cuales son las consecuencias de realizar una acción de una determinada manera.

De manera indirecta y autocorrectiva aprenderá cuál es modo ideal de realizar la acción que se le propone. Por ejemplo, pueden ser los encargados de repartir el agua durante las comidas. Cuando les damos una responsabilidad como esta, deberá calcular la cantidad de agua que pone a cada uno y moverme de manera precisa para no derramarla. Además, si algún comensal se queda sin agua o no se la ha servido pedirá ayuda al niño. De manera que los roles se invierten y se despierta en el niño/a el sentido de la responsabilidad, de la autonomía, de la autoestima y la independencia.


# 5 Prepara el ambiente

Por último, pero no menos importante, prepara el ambiente para que todo esto sea posible. Si queremos desarrollar la autonomía en el niño/a, el ambiente debe ser apto para ellos. Debe estar diseñado y preparado para que los más pequeños puedan desenvolverse sin miedo, de manera natural y segura



 
 
 

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